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jueves, 5 de marzo de 2015

El don de la multidimensionalidad.


Había una vez...


Había una vez un barquito chiquitito, 

 había una vez un barquito chiquitito,

 había una vez un barquito chiquitito,

 que no podía, que no podía navegar. 

 Pasaron una, dos, tres, cuatro semanas,

 pasaron una, dos, tres, cuatro semanas,

 pasaron una, dos, tres, cuatro semanas,

 y no podía, y no podía navegar. 
 Y si la historia no le parece mala,
 y si la historia no le parece mala,
 y si la historia no le parece mala,
 se la volvemos, se la volvemos a cantar.
 Había una vez un barquito chiquitito....

No es un barco... es una metáfora!




Una metáfora es un mensaje que, aunque envuelto con un significado distinto, no pierde el propósito que lleva en sí mismo. Según el diccionario, Hablar metafóricamente es hablar más allá de la palabra en su significación literal, llevarla por encima o más allá y de este modo trasladar el sentido de lo que se dice a un plano distinto de la palabra en sí. Esta singularidad que tiene esta palabra "metáfora" entraña más importancia de la que a simple vista vemos. Para tratar de explicar la idea que intentamos transmitir, vamos a traer a colación un ejemplo tomado de un evento cotidiano que tuvo lugar no hace mucho.

El fin de semana pasado estaba con un amiga ayudándola a decorar su sala de estar. Cada tanto tiempo, entre una cosa y otra mi amiga tarareaba una cancioncilla; yo, a pesar de estar absorta en la parte del trabajo que me asignó (estaba cociendo unos forros para los cojines del sofá) mi mente comenzó a visualizar la escena que narraba en la canción. En una de esas le digo a mi amiga: "Cuando era niña, ese "barquito" lo imaginaba  en cada pozo (charco) de agua que se formaba con las lluvias, no me agradaba el color del pantano que resultaba de la mezcla del agua y de la tierra, así que colocaba un barquito con la imaginación y entonces el pozo de pantano no era tal sino que un mar azul con el sol en el horizonte y un barco navegando sobre aguas en calma". Ella me responde: "Cuál barquito"? Le contesto: "El barquito de la canción que tienes un buen tiempo tarareando de vez en cuando". Ella  responde sorprendida: "Si no me lo dices ni me entero que estaba cantando, es algo inconsciente. Yo, pensando en voz alta, digo... "qué curioso, tú cuentas cantando la cantidad de semanas de la canción hasta seis pero yo la aprendí hasta cuatro semanas, mi versión de la canción cuando era niña es de cuatro semanas, no de seis"; es decir que el barquito de mi versión infantil lidiaba con sus problemas en el mar por cuatro semanas, mientras que el barquito  de la versión de mi amiga lidiaba con el temporal por más tiempo. Bien, terminada la jornada, me despedí de mi amiga y me fuí a casa, pero durante el camino no hacía más que tararear la dichosa cancioncita pero ahora sumándole dos semanas más como la versión infantil de mi amiga. Al día siguiente, mientras tomaba un baño me sorprendí tarareando la cancioncita del "barquito" y, no sólo eso, sino que durante el resto del dia me sorprendí unas cuantas veces con esa situación.
Ya a estas alturas estaba más que intrigada por el hecho de que mi amiga me dijera que no estaba consciente de cuando cantaba la canción, por el hecho de que recordé cómo con la imaginación yo colocaba barcos en los pozos o charcos de pantano para "decorarlos" y por el hecho de la recurrencia de la canción en mi amiga y después en mí,  como una epidemia!, así que busqué en google la canción y encontré una página web donde el narrador explica que dicha canción en su versión original se remonta al siglo XVI, hasta llegar a la versión infantil que todavía le cantamos a nuestros niños. Obviamente no es el propósito del presente ensayo analizar el tema de una canción tan antigua, primero por carecer de los elementos de juicio que sí parece poseer la página en cuestión, y segundo por que nuestro enfoque va dirigido estrictamente a lo subliminar, tomando como base lo metáforico.
Así, a simple vista podríamos decir que ésta es una canción para enseñar a los niños a contar, esa en mi opinión sería la envoltura del mensaje; pero el mensaje como tal  podría decirse que viaja a un plano distinto de la palabra en sí (según el significado del término) y este plano podría eventualmente tratarse de un plano distinto al plano físico. En mi caso particular la canción de mi infancia me enseñó metafóricamente que, con respecto a ésta existencia, sólo tendría a mi disposicion cuatro planos del espectro dimensional, pero que no podría aspirar a interactuar con éstos  y mucho menos trascenderlos por cuanto "el barquito que me fue asignado no podía navegar". En cuanto a la versión de la misma canción que le fue enseñada a mi amiga en su infancia incluye seis planos dimensionales donde su embarcación ("el barquito") no es que no podía navegar, es que no sabía pero al final felizmente aprendió por que según la versión aprehendida  "el barquito navegó". Asi, tenemos dos canciones infantiles, dos metáforas, donde una desempodera y destruye el potencial multidimensional y la otra no menoscaba el don de la multidimensionalidad, y es ironicamente en aquellos seres que no quieren saber nada con eso del despertar. Hay en YouTube otra versión más ayecta porque incluye hasta la séptima dimensión pero sin posibilidades de interactuar con ninguna y mucho menos trascender.
Cabe destacar que esta es sólo una visión muy personal a la luz  de una inofensiva  canción infantil envuelta en una inocente lección que "enseña"  a los niños a cantar (quise decir, a contar) al precio de renunciar a su multidimensionalidad.
Al tiempo que escribo estas líneas  me río porque me hace gracia el hecho de que llamé por teléfono a mi amiga para que una vez más me cantara la cancioncita  y así  poder verificar en qué condiciones en su infancia la dejó a ella, fue cuando me enteré que ella tenía la opción de trascender seis dimensiones y aunque la despojaron de la séptima dimensión no le preocupa porque, irónicamente, no cree en eso.
Quizás yo no esté ni remotamente cerca de la veracidad de esto de las metáforas pero no está demás seguir con lupa  qué canciones aprehenden nuestros niños.
Asimismo muy en lo profundo me queda una leve impresión  de que los seres humanos llevamos a cuestas en nuestros "barquitos" otros pasajeros que quizás si arriben a los planos que por ahora se encuentran vedados para nosotros, pero eso será otra historia.

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