Resulta muy desalentador
ver còmo las personas que tienen la maravillosa oportunidad de acceder a su
fuero interno de la mano de un guía que se supone debería velar por sus
intereses, desperdician el breve y valioso tiempo terapéutico rozando a duras
penas la periferia del conflicto sin
lograr anclar el núcleo y extraer
la causa del problema y la solución del mismo, y todo porque lastimosamente el caso a tratar supere la capacidad de
respuesta del especialista.
No es el espíritu del presente ensayo cuestionar el trabajo de profesionales hipnoterapeutas porque no somos
psicòlogos, aunque algunos de ellos tampoco lo son. No obstante y aunque no se trata
de cuestionar, necesariamente caemos en mayor o menor grado de cuestionamiento al analizar ciertos patrones que están proliferando como un
virus y que pareciera repetirse como una constante diseñada a la carta contentiva èsta de un método preestablecido quizás a fuerza de
imitaciòn, a cuyo esquema el terapeuta se alìnea voluntaria o involuntariamente.
lo que redundarà inevitablemente en una agudización de la crisis que aqueje a
la persona que en un determinado momento
opte por terapias de esta índole, si es que el terapeuta no logra posicionarse
a la altura del desafío que se le presente al abrir la “caja de pandora”.
En este sentido cabrìa
preguntarse hasta què punto sería posible en una sesión de regresión hipnótica
que una entidad que inadvertidamente asume el control de la psique de la persona
inducida, controle simultáneamente la
psique del hipnotista?
A nuestro modo de ver y por aquello del beneficio de la duda, èsta
sería la explicación màs plausible cuando notamos la candorosa inocencia de los
terapeutas en aquellos casos en que se manifiesta determinada entidad afirmando que es un ser
celestial, como por ejemplo, un Jesucristo, un Miguelarcàngel, un Espiritu
Santo, un Maestro Espiritual, un San
Pedro, un San Pablo, un "Humano Luz", un Equipo Médico Nibiruano con las tècnica màs avanzadas en el campo de la medicina, etc.
Ni què decir en aquellos casos en
los que percibimos impotentes còmo en la
persona inducida aflora repentinamente una cierta perspicacia como un sexto
sentido tratando de advertirle que quizás después de todo tal entidad no sea tan celestial como dice ser. Aun asì, el terapeuta desestima
la duda razonable del inducido para, seguidamente, ubicarse pasivamente en
un segundo plano y devenir en un simple espectador del proceso.
A modo de ilustración, valga como
ejemplo el caso especìfico de una psicòloga e hipnoterapeuta documentado en "https://www.youtube.com/watch?v=J9ElF0XLaY0" donde la inducida, Carla, nos inspirò una gran empatìa y solidaridad. Ella tenía
implantada por una entidad draconiana una viga lacerando su boca que le impedía
hablar y la hacia temblar incontroladamente de pies a cabeza. Asimismo, esta
entidad draconiana dejó muy claro además que habían en Carla muchìsimos huèspedes invasores por lo que no les alcanzarìa el tiempo
para expulsarlos a todos.
La terapeuta por su parte trabaja
bajo la guía de lo que ella llama “su maestro jesùs”, quien tutela todos los
procesos de hipnosis y, a lo largo de las
sesiones, va entregando a este maestro
algunas de esas entidades invasivas para que las guìe hacia la “luz”.
Pero lo màs triste del caso, en
nuestra opinión, es que nuestra Carla perdiò la magnìfica oportunidad de
liberarse de un gigantesco implante que
le fuera insertado por un dragòn (asì lo identificò bajo hipnosis) dada la
negligencia de la hipnotista, quièn no se percatò o no quiso percatarse de que
Carla estuvo siendo distraída desde el principio hasta el final por varias
entidades (o la misma bajo diferentes nombres) con el único objetivo de
boicotear el proceso de liberación en la remociòn del gigantesco implante.
No conforme con esto, además de
bombardearla con “luces” de colores verdes y violetas, la indujo también a invocar a su “ser luz” y quien se presentò respondiendo
a la invocación fue un supuesto arcángel miguel. Cabe destacar que la conciencia de Carla
siempre estuvo muy afinada y lùcida, tanto que cuestionò capciosa el hecho de que dicho
arcángel miguel irrumpiera en escena
esgrimiendo una espada contra las otras entidades. Al respecto, Carla manifestó su extrañeza de visualizar un angel amenazando
a diestra y siniestra, pero la terapeuta
lo justificò diciéndole que esa espada no se trataba màs que de un simple
simbolismo.
Consumado el tiempo de la sesión,
finalmente se intentò sin ningún resultado que arcángel miguel removiera el
implante, toda vez que les manifestó a ambas que ahì
(en la boca de Carla, no en la de èl ni en la boca de la terapeuta) debía quedarse, lo cual
no tenía por què ser motivo de preocupaciòn; esto sin dar explicación alguna acerca del por qùe Carla debía
resignarse a soportar semejante dispositivo
cuya presencia la asustaba sobremanera, maxime cuando asì lo manifestó,
expresando en clara e inteligible voz: “No entiendo còmo no debo preocuparme
por algo que me asusta”.
A estas alturas, la terapeuta,
muy tímidamente pregunta el motivo por el cual debía conservarse el implante pero arcángel miguel solo se limitò a responder que asì debía ser, reiteràndole a
la implantada (Carla) no preocuparse al respecto.
Lamentablemente todas las probabilidades estaban en contra de Carla y ninguna a su favor. Desde el momento en que acudiò a la cita equivocada con la persona menos indicada, su suerte ya estaba echada. Asi es como la "negligencia" de un profesional combinada con las estratagemas de entidades parasitarias convergieron en una fòrmula diabòlica para cercenar, ademàs de la boca de Carla, su derecho a
ejercer su sagrada voluntad de liberarse de influencias nefastas provenientes
de entidades foráneas y hostiles hacia la humanidad.
Es una làstima que terapias como
estas no estèn medianamente reglamentadas bajo un código de ètica, porque de estarlo, a Carla le
asistirìa el derecho de querellarse
contra la terapeuta por el ilìcito de Tràfico de Influencias, cuya prueba a esgrimir, entre
otras, seria la sutil palmadita en el
hombro bajo la forma de agradecimiento que le envió arcángel miguel con el mensaje
de “estar haciéndolo muy bien y de lo especial de la relación que entre ellos existe", refirièndose claro està, a la terapeuta, no a Carla.
Desde nuestro particular punto de vista, en estos tiempos tan accidentados son muy pocos los hipnoterapeutas que resisten el tiròn de adulaciòn con que comienzan o terminar dichas entidades "alienìgenas", y son mucho menos aquellos que someten a prueba la identidad de quienes dicen ser, anteponiendo por encima de los legìtimos intereses de la persona afectada sus propios intereses personales, ya sean estos de ìndole econòmica o derivados de creencias, dogmas y religiones que pudieran muy a sus expensas profesar.
Como decimos en nuestro pueblo:
Con amigos asì no necesitamos enemigos!
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